Cuando su dueño fue trasladado a otra ciudad por trabajo, Fido no dudó en emprender un viaje épico para encontrarlo. Cruzando ciudades, montañas, Fido siguió el olor de su dueño con determinación y dedicación. Después de semanas de viaje, finalmente llegó a la nueva casa de su dueño, demostrando que el vínculo entre perro y dueño es inquebrantable, no importa la distancia que los separe.
